Era una calle larga, interminable, sin
comercios ni losa. Tampoco edificios inmensos ni nuevos, era una calle
extraña, negra y blanca, gris. Parecía una calle de antaño.
Había gente, pero ninguno tenía facción ni rostro.
Era una calle rara, pero era una calle, una larga.
Había gente, pero ninguno tenía facción ni rostro.
Era una calle rara, pero era una calle, una larga.
Entre multitudes desconfiguradas,
vidas simulacro. Entre aglomeraciones de masas sudorosas llenas de aire
y vacío, entre todos aquellos cuerpos dueños de lo abstracto, había una
cara, una color canela. Se le veía bien de lejos, resaltaba entre lo
fúnebre. Era él, que no era él, pero lo era. Comenzaron a caminar el uno hacía el
otro, como deslizándose en una cinta transportadora de caja de
supermercado. Y no hacía falta mover un músculo porque el cuerpo fluía solo
empujado por la inyección de miles de recuerdos claustrofóbicos que parecían
salir de la misma caja de zapatos donde guardaba ella lo pasajero. Y sólo a una
pequeña cantidad de medida incalculable, pues en aquella calle
no existían ni metros, ni millas, ni cifras que contaran los pasos ni
las historias marchitas, allí entre la multitud de miles de estómagos saciados
y jugos gástricos. Allí sobre aquel suelo se dieron cuenta de que
estaban hablando sin voz ni gestos. Y nadie percataba de su encuentro
o presencia, porque todos parecían tener demasiada prisa menos ellos, porque su
tiempo arena era ahora una vacante libre de impaciencia. Y aunque sabían que
sus propias calles acababan en extremos dispares y que el futuro les tiraba de
la manga hacia diferentes partes. Ahora las mentes quedaban llanas de
culpa y odio porque el perdón había llegado por fin a sus bocas, sin hablar,
porque las palabras ya eran insignificantes en los mundos suyos de standby. Ya podían caminar entre la
masa formando parte de ese camino gris siendo ellos color canela. Y sabiendo
que quizá algún día, podrían volverse a encontrar en aquella calle eterna, pero
ya libres de yerro y herida.
Tiene cierto punto descorazonador muy de lunes.
ResponderEliminarMalditos lunes...
ResponderEliminarPara mí aún todos los días son iguales -.-'.
ResponderEliminarEs triste pero tiene un punto esperanzador.
Oh maldito...acompaño en el sentimiento.
ResponderEliminarSaludos
El quizás hace todo mucho más interesante. Saludo :)
ResponderEliminarLa calle llena de sentimientos sin sentido, distante en su cercanía y amante en su virginidad, volveré algún día, volveré.
ResponderEliminarBlogsaludos
Qué dificil es el perdón y olvido y que bien lo describes...
ResponderEliminarCuando los recuerdos empiezan a ser insensibles y la mente y el corazón perdonan, podemos ser capaces de seguir adelante por ese camino gris al que poco a poco volverá el color. Con la esperanza de que si algún día vuelven a encontrarse sean capaces de no sentirse culpables. Un bessito cielo.
ResponderEliminarInquietante la calle gris, algun dia todos formaremos parte de ella... suspendida en el ostracismo y compartida con los que siguen vivos.
ResponderEliminarUn texto que penetra donde no llega la razon.
Saludos ;)
Creo que el perdón trae la calma, pero que pasa con aquella pasión que hubo una vez? Es imposible olvidar el recuerdo de una verdadera pasión. En fin. Que gris se ha puesto la tarde.
ResponderEliminarSaludos desde el tapacubos de la cuneta gris.
Pequeña yo no soy nadie, bueno soy menos que nadie, o sea...na, pero no olvides esto, las calles están llenas de encuentros y los perdones están llenos de reencuentros.
ResponderEliminarY los besos de momentos.....hoy soy tuya.
Eres Lou, eso es mucho guapa.
ResponderEliminarCuando se es de color canela, ya no tiene influencia el gris que nos hace guardar el rencor y no nos deja sacar el perdón que está debajo de todo en las cajas de zapatos. A veces hay suerte y el receptor de ese pedón, resulta que también se volvió canela y puede vernos para recibirlo. Y como tú dices, quizá haya una próxima vez, y se pueda sacar otra cosa de la caja, porque se habrá adelantado mucho sin ese peso polvoriento en el botón de standby.
ResponderEliminarMe encantó, ya sabes lo que me gustan los mundos polvorientos y de color sepia.
... siendo ellos de canela...
ResponderEliminarsiendo nosotros de cristal...
Un placer leerte, un Honor sentirte :))
Besos bip bip bipolares
Me a gustado mucho, mientras lo leía en mi mente estaba apareciendo esa calle con todas las cosas, te expresas muy bien ;)
ResponderEliminarUn Maullido ;)
Me uno a la opinión de de Lou.
ResponderEliminarQuerida Imilce, he estado de recogimiento. Una pereza exagerada hacia el mundo bloggero me ha embargado y me desconectado un poco del deseo de estar. Necesito con fervor descansar.
Un abrazo enorme.
Andri
Gracias por pasarte the anothe day, la condición de humano..
ResponderEliminarno es fernando no
ResponderEliminarSe parece al sabor que percibo en muchos sueños-pesadilla de 3am.
ResponderEliminarSe parece a muchas realidades paralelas que no vemos por ciegos o protagonistas.
Hoy vine y te encontré, Imilce...
...y me gusta encontrarte.
Un abrazo apachurrado.