miércoles, 25 de julio de 2012

Vorágine


imagen: Imilce



Nace la vorágine que muere contra la espalda. 

Y regresa el sosiego. Los extrarradios disipándose cada vez más de las ciudades. Lejos de las células escurridizas por doquier. Microscópicos danzando a compás, bailando sobre el aire exhalado, tranquilo ya. Huidizos de la misantropía, buscando piel cuando el día acaba, y empieza la segunda parte del atardecer. 
Mira la soledad acompañada, existe, es posible, lo es. No renueva el aroma abandonado en las sábanas, perdido como paquete de mudanza. Nadie se lo llevará. Es una herencia petrificada, castigo de carne de motel. Un sueño, una mentira, un adiós, un destrozo, un agujero, un desgarro, un bisbiseo, un desdén. Después, un mar volviendo a lo que fue su precipicio, destronado y devuelto. Y tras la vorágine, las olas regresan en diferentes vientos. 
Entran ellas y abren las ventanas como se abre mi piel con el deseo. Es la distancia de tú y yo que choca contra mi espalda, el contacto no cumple su misión. Y desaparece. 
No es demasiado tarde, ni demasiado pronto, ni demasiado en ningún caso. 
Sólo es caminar sobre cristales, con zapatos abrochados hasta cortar la sangre, para recordar que viva, roja y caliente, circula. Con o sin ti. Conmigo y tú. Contigo y yo. O yo entre partículas, sin más. 

viernes, 20 de julio de 2012

Los cojones de María

María era de esas personas que te hacían volver a creer en el género humano. 
Entre moscas y calor, recuerdo aquellas tardes cuando la pequeña danzaba en el jardín mientras María y yo jugábamos a las cartas, apostándonos formas de nubes de una vida mejor que quizá nunca llegaría... Solía ganar yo, aunque ella lo hacía en otras cosas. Como las carreras de los martes para conseguir el mejor puesto, delante del nuevo cartero del pueblo. Aunque en realidad a mí me diese igual aquel muchacho, me gustaba competir con ella. 
Al final un día, María, se tiró al cartero, y yo quedé sin poder jugarme las nubes ese martes. Más tarde vino a mí, pero yo no pisaba las losas de mi comadre por si acaso confundía las cartas de jardín. 

Muchas primaveras antes de las tardes entre nubes, María se había quedado preñada con 16 años, no pudo abortar porque le faltaron 15.000 pesetas. En ese tiempo estaba tan penado abortar en tierras de dios como pedir dinero. A falta de los duros, tuvo una niña. La compensación fue extraña porque María era de esas mujeres, que de no haber sido así, nunca hubiera sido más madre que de una mochila y un mapa. En aquel entonces yo rondaba los 13 años, pero como casi todos los del pueblo, ya sabía fumar. Conocíamos a María porque nos regalaba tabaco de contrabando a cambio de ayudarla con el huerto.
No sé bien qué día, ella y yo nos convertimos en pilares mutuos. Pero sí cuando me salvó las bragas y la vida...
Corría yo un día sin colegio, con tres chicos del pueblo amigos de mis hermanos. Aquellos chicos me respetaban, pero habían robado vino de las bodegas de Paquín, y alcohol+culo joven, dictaba mucho del respeto, y más aún de las consecuencias en momentos de posible eyaculación no-pajillera. Quizá hubiera podido defender mi estampa por separado, pero eran tres y no uno y ése día yo llevaba falda. Pero María vino a mí, como Ulises a su Penélope, como caballo a su yonki. La recuerdo aparecer entre los matorrales, preñada hasta las cejas de unos 8 meses, la escopeta de su hermano, y el vestido remangado. Su voz chillando como una cerda en el matadero, sabiendo que no hubiera vacilado ni ante un ejército de 100 hombres, recuerdo el nítido del rojo de la sangre de Juan, el hijo del pescadero. "Por suerte" solo perdió 3 dedos, y yo mis medias de los días sin colegio. 
María los hubiera matado a los tres de ser necesario, incluso si el arma no hubiera llevado balas, lo hubiera hecho a culatazos, y sé yo, como sabían ellos entonces, que ni su bebé hubiera temblado en sus entrañas. Porque María tenía cojones. Y siempre los tuvo. 

Cuando la niña rondaba los 10 años, aún no había pasado ni un ápice de hambre. Aunque María y yo ya habíamos robado muchos tomates y saltado demasiadas vallas. Pero las cargas doblan espaldas, y María decidió cambiar de vida antes de partir la suya. Así, con la mano de su pequeña, como una extensión de su aire igual que un manantial de agua, como la sangre que perdió Juan aquella mañana.
Recuerdo que me apretó la cara y me dio las gracias. Memoro que yo, le apreté la mano y no dije nada. Pero mientras perdía sus siluetas en el andén, pensé que si el mundo hubiera tenido los cojones de María, todo nos hubiera ido mejor.

lunes, 16 de julio de 2012

El cielo se abrochará la cremallera después de mear sobre nuestras cabezas.


Señores, yo no soy digna de que entren en mi casa, así que lárguense.




Podrán caer las montañas que coronamos
pero sólo lo tangible, sucumbirá.
¿tú eres carne? ¿sólo carne?
Entonces, caerás. 
Concederán todos los permisos,
Firmarán todos los papeles.
Los pactos de verdad se hacen con sangre. 

En la realidad explotarán los cráneos de los que suspiran y no respiran.
Un perro aullará después del último frenazo en la carretera muda.
Una mujer despellejará lo que su marido gordo comerá en la cena.
Y el cielo se abrochará la cremallera después de mear lluvia ácida sobre nuestras cabezas.
Y todo el mundo será feliz... 
Y nadie percatará del ácido corroyendo las entrañas.
Masa gris descolorida. Mentes más vacías que claras. 
Y todo el mundo será feliz ...

Pero yo estaré aquí en algún desvío oculto de esta autovía vitalicia que nos pierde.
En el fin de lo no nuestro donde nace la utopía.

Escapa sin huir, con algo duro entre las  manos, por si acaso vienen a por ti.  




miércoles, 11 de julio de 2012

Astillas





Esperaba un pequeño paquete,
silenciosa, frágil
tras la mirilla de un séptimo,
piso, no cielo. 
Tan blanca ella, 
desesperaba.
Pintaba ciudades, pájaros, estrellas.
Un tiempo enfrascado,
dibujando
para compensar su retraso.
Humanidades irreales. 
Tocaba y pincelaba la paciencia por
él, 
su cartero.
Desgarro
de  espera. 


Tic tac quebró su pincel
un día cualquiera.
Entre reflejos ya
ni está ella,
ni el paquete,
ni el mensajero.

Tan sólo entre astillas,
aquel pincel,
como un vagón
sin pasajeros.







Game Over V



(Game Over IV en: http://miguel-bujan.blogspot.com.es/2012/07/game-over-iv.html)

Con la conquista de Los Veintinueve Universos, cada héroe de guerra había sido congratulado con un planeta, tamaño, según méritos conseguidos. AgRQu1nc3 gozaba de una preciosa esfera de colores. En ella había construido una plataforma inmensa para vivir cómodamente. 
Milk estaría bien allí, prepararía todo para su estancia en la zona privada de su lar.  
Mientras alimentaba a la cría con una mezcla vitamínica apta para su organismo, sabor químicamente afrutado, pensaba de nuevo en la desemejanza de sus orígenes naturales con la de los humanos. Las hembras de su raza, elegían a los machos adecuados para cada cría. El proceso protector materno era dilatado, las madres nutrían a sus brotes con su energía hasta completar la etapa de maduración. Después, extinguida de combustión vital, moría, dejando un ser adecuado a las necesidades de producción en su lugar. Nadie sentía pena por cada madre finada, pues era una muerte prevista, lógica, natural. No era un sacrificio, ni una muestra de amor maternal. Era la ley de sus savias. Muerte necesaria, vida organizada. 
Con el progenitor masculino el vínculo era distinto, los  machos preparan física y mentalmente a sus frutos. Cada padre, maestro de su vástago. Dueño de su futura disciplina y posterior culpable en caso errado. 
AgRQu1nc3 sintió algo parecido al frío de un hielo sobre su cuerpo caliente. Jamás había planteado con tristeza aquel organigrama impecable, dictador de su existencia. Acumulaba cierto cariño hacía sus progenitores, pero no era un amor familiar, sólo un agradecimiento hacía los autores de su vida. Nada más. 
En su especie, la función sexual era únicamente reproductora, por placer estaba totalmente prohibida bajo muerte.  A pesar de esto, tenían necesidades sexuales, que sin más remedio restituían sin compañía.
Pensó entonces en el sexo humano. En la importancia que ellos daban a tal acto. Haciendo de él, el pretexto esencial para una vida placentera... Nunca los entendería, pero curiosamente sintió un cosquilleo extraño…

jueves, 5 de julio de 2012

Game Over III

(Game Over II en:  http://miguel-bujan.blogspot.com.es/2012/07/game-over-ii.html )




Y la nave fue de repente una caverna donde recién se han descubierto pinturas rupestres. Tembló entero él y todas sus articulaciones. Instintivamente AgRQu1nc3 detuvo el conmutador de transmisión de coordenadas. Deslizó su nave, como quien desliza un caramelo desde la punta de la lengua a casi el final del paladar, suave, como teniendo toda una vida por delante. Cavilaba rápido cuál muerte daría al último vástago que la providencia le concedía el placer de satisfacer. La victoria del Planeta Tierra ya nunca podría asignarse a su raza, pero bien podría contar en las reuniones comunitarias que fue él quien mató al último humano. 
A pocos centímetros del único heredero de la barbarie, extendió su lengua secundaria sobre él, pues la mejor arma, no era otra que el líquido salivar de ellos, con un alto contenido de algo similar a la tetrodotoxina. Su lengua, al contacto con cualquier orificio, expande una sustancia pegajosa y negra. En segundos, las constantes vitales disminuyen, enroscando unos músculos enrojecidos, precediendo una espiral de huesos, sangre y colores. Mientras tanto los conductos internos se bloquean. La sangre coagula, paralizando desde cutículas a intestinos. Sin embargo el corazón, capitán del barco, bombea desesperado como último intento de mantener a su tripulación con vida. Para entendimiento social, digamos que el cuerpo explota por dentro. Como unos fuegos artificiales de invierno. Como una tormenta de verano. Como un orgasmo sobre las flores de primavera. 
Debe haber algo universalmente universal, pues la compasión a veces se apodera de la más brutal criatura. Junto con una violenta curiosidad de saltar las reglas... Si algo tras sus estudios, había envidiado del los humanos, era aquella maravillosa forma de actuar sobre impulsos, siguiendo las pequeñas hormigas que danzan en un estómago. Haciendo caso omiso de cordura. Reinando pues, una la locura instintiva. 
Sabía perfectamente trucar el receptor biopsíquico para que ninguna señal del hallazgo tuviera lugar. Escondería a la cría, aprendería de ella, estudiaría sus movimientos... quién sabe. Algo parecido a la ilusión brotó en él. 
Era una demencia colosal que rompía su firme disciplina... Pero el convencimiento de aquel acto llegó en el momento que aquel bello ser lineó su mirada con la suya...

domingo, 1 de julio de 2012

Todos gritan.
No tengo voz.
Existir, desaparece. 
Todo es mentira. Todos son mentira. Yo soy mentira.
Ruido, sin voz. 
No regalaré la luz. Ya no queda. 
Solamente relleno en mi vacío. 
Mañana viajaré sola. 
Pero hoy, no existo.