Imagen: Imilce
En la radio suena música...
insuficientemente buena... perfecta para no escucharla.
De fondo pasean personas, animales, incluso cosas.
Se equilibra el sonido de tacones con el canto de los pájaros.
Un gato lejano maúlla, y los cuentos vuelven a existir.
En la calle reina un ruido, hoy delicioso.
Todos ajenos al siguiente. Formando una cadena de engranajes.
Todos somos iguales. Y sin embargo, yo sé que soy diferente. Como todos los iguales, piensan que también los son.
Todos somos diferentes pues. Y en la diferencia, volvemos a ser iguales.
Humo de tabaco, humo de incienso. Humo invisible de diesel.
Humo de café. Humo de mentes.
Un infarto dentro de un taxi.
Heroína y fracaso en un banco del parque.
Un beso en una parada de autobús.
Un choque de carros de la compra.
Una sonrisa.
Un frenazo.
5 euros en el suelo.
Un saludo falso.
Un abrazo sincero.
Todos corremos en direcciones inversas.
Algunos corremos sentados. Otros corremos pensando.
Y me pregunto qué pensarás tú, mientras sonrío y apago el cigarro.
Y vuelvo al trabajo.
Mientras caigo en la cuenta de que todo no era tan malo.