sábado, 30 de abril de 2011

Cocaína.





- Vamos tío, no te pidas otro cubata, vamos a por unos jalones que me espabile y volvemos.
- Joder macho eres un ansias, venga vamos.
- ¿Cuánto llevas?
- Unos 40 pavos.
- Hostias ¿que coño has hecho con el dinero? te pones a invitar a todas las tías que ves y te vuelves loco.
- Cállate cabrón, anda sube.
- Yo llevo 30, no llega para casi nada joder, ¿no puedes sacar nada más?
- No, si sabes que no tengo un chavo. ¿No dices para espabilar? cálmate tronco, nos metemos algo tranquilamente y ya pensaremos después.
- Ya, pero el que se pone luego como un grillao subiéndose por las paredes eres tú, paso de movidas esta noche, te lo digo tío, paso, estoy hasta el puto cuello, no quiero darle más disgustos a la vieja.

Barrio Oscuro de calles mugrientas, aire contaminado con hedor a orina, no hay ni una farola que ilumine la suciedad de sus suelos. Lo roban todo, bombillas, cables, acero, lo imaginable. Casas semi derruidas, miseria. Curiosa broma de la contradicción, donde más dinero se mueve, más pobreza y ruina hay.
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- ¿Has visto qué hora es? Me dijiste que vendrías temprano.
- Lo sé nena, se nos complicó la cosa, Sergio se puso chungo y tuve que llevarlo a su casa...
- Siempre estás igual, estoy harta, tú sigue, sigue jugando, lo mismo un día cuando vuelvas de tus fiestas privadas no estoy aquí y me piro a casa de mi madre.
- Que no nena, no te pongas tonta, mira te traído un regalito, unas rayitas para los dos. ¿Queda algo de whisky del otro día? Venga anda, vamos hacer una fiesta privada de las nuestras.
- Esto es una puta mierda, no podemos seguir así Daniel, ¿no ves como estamos joder? el tío del piso me ha dicho que o le pagamos este mes o a la calle. Esto nos está comiendo.
- No tiene cojones ese mamonazo a echarnos. Venga no seas pesada, vamos a disfrutar ahora y mañana ya pensaremos tranquilamente. Anda trae unos vasos, yo voy haciendo esto, no es muy buena va muy cortada, el hijo de puta del Maso cada vez mezcla más pastilla, voy a tener que decirle algo ya.
- Mañana tenemos que ponernos las pilas, yo esto no lo veo...

Sexo con pupilas dilatadas al igual que ciertas partes de su cuerpo, se deja liar de nuevo por él, cree que la ama, que lo suyo es distinto, no sabe que lo suyo es solo aire, solo les ata la obsesión, la necesidad, el cuerpo bello, la droga blanca... Ella se sabe culpable, no era esa idea la que tenía cuando se fue a vivir con él, no era esa. Se besan, se muerden fuerte y doloroso, le sangran los labios, también el alma pero no lo sabe, esa sangre es transparente. Su corazón pide salir de la cárcel, llama a la puerta de su pecho insistentemente sin parar, con mismo ritmo e igual intensidad, se mezcla el murmullo de dos corazones, sonido de tambores que acompañan una marcha fúnebre. POM POM POM POM POM 
Si no fuese colocada le diría que le hace daño, que le duele, que tenga más cuidado, pero ahora le da igual, es capaz de cualquier cosa, piensan que su sexo es inmejorable, pero su sexo no es de ellos, su sexo es marioneta. 
A cuatro patas le gusta a él, así se pone.

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- ¿De dónde vienes? ¿Donde está el puto dinero del alquiler, Daniel?
- Nena. No... Me encuentro bien déjame.
- Llevo todo el mes limpiado casas para poder reunir el dinero, no me jodas por dios, dime que no te has gastado los 400 € ¡Dímelo por favor!
- Nos peleamos con unos tíos, me... me yo, me lo quitaron nena.
- Pero ¿por qué coño lo cogiste del cajón?

Entre lágrimas y gritos, la impotencia clama a la violencia por no sentirse escuchada, quiere matarlo, le empuja con sus finas manos, él le devuelve lo mismo, mucho más fuerte. Violencia, no es este el campo donde debe aparecer, no colocado, no después de varios gramos y mucha ingesta de JB. Es la primera vez que se pegan, que se hacen daño fuera de la cama. Se chocan sus cuerpos, desatados por el odio que emana de sí mismos y del mundo que crearon y ahora les destroza. Calla, calla, cállate, se repiten, pero ya no pueden. 
Hace calor esa noche, pero dentro de su casa se desata una tormenta.
Ruido, dolor y por último oscuridad.

A veces los corazones se cansan de llamar a las puertas, a veces los corazones estallan. POM

Ella lloró su muerte, pero celebró su propia vida.

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jueves, 28 de abril de 2011

Hacer el amor con el asesino de un Dios




Ocurrió en el suelo, sobre hierba, la arboleda de alguna ciudad poco importante fue testigo del comienzo del fin de una materia gris hasta entonces  bien hilvanada. Mientras leía un libro sobre alguien que fue grande y murió pequeño...
                                                          
Un hombre que superaba de sobra el cuarto de siglo se sentó cerca de su posición, respetando el cerco invisible que demanda el que busca soledad y sosiego.
- Un libro aburrido, ¿verdad?
- Eh, sí ¿Lo has leído?
- Sí, un grandísimo hijo de puta que casi supo jugar bien sus cartas.
- Sí, yo no sé jugar las mías.
- Yo sí.
- No lo creo.
- No, yo tampoco.

La risa es llave perfecta para entrar por la puerta del cerco imperceptible a la vista.

- Me llamo... bueno qué más da cómo me llame.
- Si, qué más da. Tienes cara de llamarte 
Lelio.
- Ok, pues 
Lelio, encantado. Tú tienes cara de Arete.
- Arete pues.
- Y bien 
Lelio, ¿qué haces por aquí?
- Descanso, estoy de pasada en esta ciudad, me apetecía pasear un poco. ¿Y tú? ¿Vives aquí?
- Vivo aquí y en todas partes y no vivo en ningún sitio, viviré andando hasta encontrar uno que consiga cautivarme.
- Vaya, una nómada. Me gustan los caminos, pero los que son de tierra, musgo, piedra y sol. ¿Y cómo financias tu paseo Arete?
- Bueno no me hace falta mucho, caminar es gratis, hago trabajillos de algo parecido al arte callejero que vendo al precio que considere el que los quiera comprar, subsisto. ¿Y tú cómo sufragas tú camino?
- Soy asesino y en mi tiempo libre hago chapucillas a los coches.
- Hace poco se estropeó el embrague del mío, me cobraron un riñón por arreglarlo, los mecánicos a veces abusáis. Umm y también asesino. Nunca había conocido a uno, supongo que es lógico por el tema de la discreción, por la policía y todo eso. No deberías airear tu oficio a cualquiera.
- Tú no eres cualquiera. 
Tú eres Arete. 
- Sí, soy cualquiera, todos lo somos. Y dime ¿por qué matas a la gente? ¿Dinero? ¿Diversión? ¿Vicio?

Su sonrisa hasta ese momento casi tierna pasó a ser oscura como las entrañas de un túnel eterno que atraviesa una montaña. No una montaña cualquiera, una infinita.

- Mato a quien no merece vivir. Ejecuto a los seres perversos, a los que son asesinos como yo sin saberlo.
- ¿Y qué tipo de dios eres tú? ¿Qué divinidad te acoge para que seas tú el que decida el destino de hombres y mujeres?
- No soy ningún dios, pero estoy por encima de cualquier ser de este planeta. Veo más allá que ningún otro, vigilo la maldad de cada ser, todos la tienen, es cierto, pero algunos abusan demasiado. Concluyo con el poder del que cree estar por encima de la Gran Vileza. No le gusta que abusen de ella. Entiéndeme como a un sicario de algún dios de los que dices.
- Entiendo. Pues para ser la mano ejecutora de un dios no me infundes ningún miedo. Pareces muy mortal.
- No tienes porque tenerlo, pero si quisiera, lo tendrías.
- No lo creo 
Lelio.
- ¿Soberbia?
- Quizá.
- Tampoco se debe abusar de ella.
- Lo tendré en cuenta.
- Eres inteligente. Me gustas. Hace mucho que no he podido estar con una mujer, por lo menos no con una como tú.
- Jajajajajaja
- ¿Ríes? Es en serio, ninguna mujer se me ha negado.
- ¿Soberbia?
Respondió entonces con una sonrisa.
- Sí, es cierto que tienes algo que atrae, algo que está entre tus ojos y tu sonrisa extraña, supongo que será porque no eres de este mundo, o no del todo, no lo sé. Yo también hace mucho que no me dejo tocar por un hombre, no merecen la pena.
- Yo te complacería más allá de lo que hayas conocido nunca.
- Eres un asesino, no puedo fiarme de ti, ¿y si después de acostarme contigo decides matarme? estaría a tu plena disposición.
- A ti no te mataría, tú no mereces morir, no ahora, no por mis manos, quizá más adelante, todo depende de ti preciosa Arete.

Instintivamente le agradeció el cumplido resbalando la mirada, no todos los días se corteja con un emisario de un dios prepotente. Él le tocó la mano y sopesó su melena lentamente, como si fuera muy pesada. Ella cerró los ojos y él acarició sus párpados plegados. Después los besó, a pesar de ser un curioso comienzo para un
ritual amoroso, le gustó. Al mismo tiempo tocó con las yemas de sus dedos las pequeñas cordilleras de sus orejas, pasando después por detrás de ellas, acariciando su nuca. Rozó su boca cerrada con sus labios, despacio los beso por fuera analizando con cada parte de ellos. La piel de él estaba fría como la escarcha, la ella ardía.

- Ven, cuando me dirigía aquí vi un buen sitio donde pensé que nadie nos molestaría.
- Pero ¿sabías que íbamos a...?
- Shhhhh calla y sígueme.

Perdió por unas horas su costumbre de llevar siempre la dirección que suelen tomar sus acciones.
Cielo y tierra se unieron por un hilo fino y cristalino que suelen llamar lluvia.

- ¿Te volveré a ver?
- El juego del destino es extraño. Yo no puedo ejercer sobre él. Eres aún más bella después de hacer el amor.
- Necesito volver a verte 
Lelio. Déjame que acompañe tu camino.
- No Arete, eso no es posible. Yo castigo a la gente, pero es el pago de un propio castigo. Tengo que irme.
- Jugaré mis cartas para volver a verte.
- No deberías hacerlo. Adiós.
Cerró de nuevo sus párpados y él los beso otra vez. Cuando volvió a abrirlos ya no estaba allí.

Desde entonces ella, dedica sus días a reclamar a la Gran Vileza o a cualquiera de sus dioses la presencia de él.  Durante ese tiempo causa mal a todo el que rodea su estela de tristeza, ella dañina, cruel, venenosa... cuando siente culpabilidad sana su conciencia pensando que lo hace por él, por volver a verle, a sentirle. Sabe que es la única forma, aunque sólo sea para disfrutar de su muerte de la mano suya. Ahora aprovecha unos minutos que su mente le concede para retomar algo de cordura y piensa, que si siendo persona horrible y causando tanto dolor no ha conseguido que venga por ella aún, ¿cuándo daño puede hacer la humanidad a sus anchas antes de que venga la muerte por ellos? Desmesurada debe ser la maldad que habita en esta tierra.
-Debe tener mucho trabajo en un mundo lleno de miserables.- Susurra mientras continúa despellejando la piel de algo o alguien sin suerte.