martes, 28 de agosto de 2012

Napalm y melocotones



Son como las formas que hace el jugo de la fruta en piel, entremezclando calor y frío, absorbiéndose,
introduciéndose, intercalándose,
desordenando temperaturas.
La dermis arde y fluyen turbulencias en las partes blandas, 
suavizándolas, fructificándolas. 
El aire se endurece y la vida se entrecorta. 
La piel se desvela,
se desquita
        se desquicia
                   se desviste
                             se desinfecta
                                          se desvirga mil veces.                                        
Son como las formas que hace el jugo del sudor goteando sobre un cuerpo
recayendo en algodón recién lavado,
recién limpio para pervertir,
para manchar,
para ignorar premisas,
pariendo perfección que al nacer, 
es habilidad 
es juego
es tiempo sin tiempo
sin prisas, 
es napalm estallando entre cuatro piernas 
y dos sonrisas. 


lunes, 20 de agosto de 2012

Despertador, DNI, llaves, carne... todo correcto.

imagen: Imilce

Hay noches que al poco de largarse, ya son carne podrida. La mañana se abre casi limpia y la vida huele a descarga eléctrica y a desinfectante barato. 

Césped recién regado despierta la cuidad. Montones de pestañas parpadean al unísono, robotizadas. Montones de pestañas sueñan con despertar. 
El café convulsiona y exhala elixir de resurrección. El mundo me infecta a base de mosquitos, hijos de olvidadas fosas sépticas. Rasco mi brazo izquierdo, como el país recae sobre la zurda cuando las equivocaciones la pulverizan, y se aferran al filo derecho de la balanza supuestamente, segura. Todo rancio, sí, da igual el brazo a rascar, el veneno, es el mismo. Como poner el cuello en la horca y sonreír para la foto del DNI. Soy un número precioso, incluso soy más que las piedras que embellecen los extrarradios no-urbanizables. Soy incluso una persona, identificada, que no fichada dicen los que organizan el cotarro. Plas, plas, plas. Soy participante del género que define la evolución (Me pregunto entonces, qué será la involución). 
Repaso rápido entre sueño y cansancio. Me llamas y nos recordamos unos minutos mientras se enciende y se apaga una luz. El fuego también se extingue sin agua. Y no deberías llamarme, ni respirar la contaminación que pervierto con mi aire todos los días, igual que riego mis flores y piso mi suelo descalza. Pero hacemos de las promesas, mentiras. Y de las verdades, promesas. 
En poco llegará Septiembre, llegará como llegó Mayo, Enero o Noviembre, llegará como entran los días por mi puerta, me despiertan y se marchan manchando la cama de malas ideas, o sueños imposibles, aunque a veces no tan perturbados, como coger el próximo tren hacia la bendita nada. O silenciar el despertador y no mirar más que la almohada, mientras cosquilleo, abriendo mis piernas al mundo que cierro en mi cabeza. Y puuummm, desaparece. Se engulle como las monedas en las fuentes que de tanto deseo incumplido, desbordaron el agua.  
Pero sí, llega Septiembre, y no hay regresos para los que terminamos ya el colegio.
Así que igual que despiertan los meses, me levanté esta mañana, y no maldije, me vestí, me calcé, me peiné. Con apetito muerto varios días, y una mezcla de asco, azul y desgana. Pero abrí la puerta. El ascensor olía a suciedad humana y sólo eran las 8 de la mañana. Escaleras. Motor. Marcha atrás, hacia delante, quinta contradicción A.M. 
Y lo que nunca acaba, se reactiva. 
Sí, esta mañana nació un lunes, uno más.
O uno menos. 


viernes, 3 de agosto de 2012

Sal-ta



imagen: Imilce


Tiembla lo que piso. Vibran las rocas, la tierra. Los caracolitos, los coños, los erizos. Las ideas, los mentirosos, los cretinos. Lo sucio. Los escrotos. Tiembla lo vivo y lo vivido.
O quizá tiemblo yo, y no todo eso.
Pero da igual, porque voy a saltar, y pasarán los segundos, los minutos, los vestidos, los años, los desamores, los hijosdelagranputa, la verdura, los meses, lo corrompido. El calor y los orgasmos. Mi dulzura. Pasarán las manos que nos tocaron. Pasará el tiempo sombrío. La primavera sin lluvia. Diciembres lejanos. Los carteles, las sonrisas, las naranjas. Pasarán los arrepentimientos. Las piernas andando, la noche, el día, tu pena, la mía, la propina. Pasarán los coches y las mentes. Pasará el dinero. Y los sueños que nacieron de la nada. Pero mientras todo pase, estaré saltando. Volando hacia abajo sin necesidad de alas.  



Después del salto, nos vemos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El día de la noche



imagen: Imilce


A veces todo pende de una palabra. Una luz para vivificar el día. 
A veces ella soñaba que su alrededor partía como una manzana recién caída, saliendo de sí los huesos preparados para parir una nueva planta. Un renacimiento. Pero su casa, su mundo, como un manzano viejo, no tenían intención de tornar el futuro. No hoy. 

Lusiana esperaba todos los días aquella palabra que colgase el día a la noche, como melodía inspiradora. Esperaba sentada en su porche, fumando tabaco de liar. Degustando los pliegos de otras vidas, que sin ser su reflejo maniataban la suya.

Se acarició los muslos a punto de color caramelo. Se sopesó el pelo arenoso. Y leyó un libro sin hojas. 
Sonrió porque no tenía ganas de llorar. Y de nuevo acomodó su cuerpo a la mecedora carmesí, esperando que llegasen otra vez las palabras, que sabía ella, acabarían por llover, como la violencia y la belleza de un diluvio, cuando menos se lo espera. 


Para ella, S (y los rincones), porque yo  sé que está.