Todos los días finita algo.
Hay
muertes que pasan inadvertidas y no acumulan ni una lágrima. Otras se
llevan mares con ellas. Hay huecos reemplazables. Como un aparcamiento en pleno
centro. Como un amante cuando el antiguo se hace viejo.
Pueden
morir cientos de personas en un accidente aéreo. En un atentado. En un tsunami.
Puede llorar medio mundo y tú no inmutar ni un ápice de sensibilidad.
Puede
expirar algo de tu sangre y no sentir dolor. A la vez que puede morir el dueño
de un país, y sus siervos llorar durante días la ausencia de su yugo. El mundo
está descompensado. El mundo es raro. Y joder, está loco.
Sin
embargo yo reconozco que he llorado perder un perro más que a algunas personas.
El
tiempo hace roca donde había tierra y musgo, y amapolas rojas. La
necesidad por seguir urde una capa para olvidar lo que era llorar, y amasa
cemento para tapar los huecos.
Las
penas acaban por acallar, las muertes se superan. El dolor un día diluye. E
incluso a veces se olvida de tal forma que parece que algo que fue tan grande
nunca hubiese pasado. Como si fosilizaran parte de la mente para poder
continuar, y no vivir en un mar de lágrimas. Y está bien, porque el
auto-martirio no me va. Es como intentar nadar en el barro.
Llorar
limpia el alma, dicen. Yo no lo sé, de hecho ni si quiera sé si el alma existe.
Pero si es así, hoy he limpiado la mía.
A Mgg que no gobernaba un país, pero yo la echaré de menos.
Conjuraré las amapolas rojas y algún día haré que callen para siempre.
ResponderEliminarLos sentimientos y las limpiezas son individuales. Bienvenidos sean cuando lleguen porque si lo hacen es porque lo necesitamos.
ResponderEliminarMe encantaría poder limpiarme algún día.
Un besito dulce.
¡¡Niña vuelves prolífica!!... al revés que yo, que vuelvo perro... Mira, igual siendo perro me quieres más. Suena triste este texto, y la dedicatoria chiquitina está llena de pena. No sé quien te ha faltado y se ha ido, pero si lloras te cedo mi hombro, es poco, ya lo sé... pero es blandito... Un beso muy fuerte desde el Este.
ResponderEliminarDescanse en paz el sueño de los justos. Llora hasta que se te acaben las lagrimas y encuentres el sentido a seguir en su ausencia, porque aunque no dirigiese un pais, te hacia compañia y te entendía como solo a veces lo logra el espejo.
ResponderEliminarQuizas no se necesite el olvido ni la petrificacion de la memoria, es como un viaje al otro lado del mundo, mientras el recuerdo sea imborrable, seguira vivo dentro de tu cabeza, como una burbuja dentro del oceano.
Hay veces que las penas no acallan y las muertes no se superan, pero se aprende a vivir con esa ausencia, porque nosotros convertimos el recuerdo en presencia, y la ausencia deja de existir. Cuando se quiere con el corazón, sea una persona,un perro o un dueño de un país, no hay que aprender a olvidar, nunca, hay que aprender a recordar. Los momentos buenos y los malos que ya no son tan malos cuando ese alguien no está.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, también para ella.
Olvidamos a los muertos con una facilidad terrible.
ResponderEliminarBesos.
Lloro por egoísmo de no tener a la persona que se fue, no porque ella se haya perdido la vida. Eso es lo más triste, el egoísmo que nos invade. Por eso no todas las muertes nos duelen. Luego, simplemente sustituimos el hueco como bien dices, y como tan bien lo dices. La mía la lloro muy a menudo, me hago falta y no me suelo encontrar con facilidad. Al menos tengo el alma como una patena, eso siempre está bien. Tus penas las haces hermosas cuando las detallas. Siempre lo haces, si.
ResponderEliminarUn abrazo de los grandes.