jueves, 28 de abril de 2011

Hacer el amor con el asesino de un Dios




Ocurrió en el suelo, sobre hierba, la arboleda de alguna ciudad poco importante fue testigo del comienzo del fin de una materia gris hasta entonces  bien hilvanada. Mientras leía un libro sobre alguien que fue grande y murió pequeño...
                                                          
Un hombre que superaba de sobra el cuarto de siglo se sentó cerca de su posición, respetando el cerco invisible que demanda el que busca soledad y sosiego.
- Un libro aburrido, ¿verdad?
- Eh, sí ¿Lo has leído?
- Sí, un grandísimo hijo de puta que casi supo jugar bien sus cartas.
- Sí, yo no sé jugar las mías.
- Yo sí.
- No lo creo.
- No, yo tampoco.

La risa es llave perfecta para entrar por la puerta del cerco imperceptible a la vista.

- Me llamo... bueno qué más da cómo me llame.
- Si, qué más da. Tienes cara de llamarte 
Lelio.
- Ok, pues 
Lelio, encantado. Tú tienes cara de Arete.
- Arete pues.
- Y bien 
Lelio, ¿qué haces por aquí?
- Descanso, estoy de pasada en esta ciudad, me apetecía pasear un poco. ¿Y tú? ¿Vives aquí?
- Vivo aquí y en todas partes y no vivo en ningún sitio, viviré andando hasta encontrar uno que consiga cautivarme.
- Vaya, una nómada. Me gustan los caminos, pero los que son de tierra, musgo, piedra y sol. ¿Y cómo financias tu paseo Arete?
- Bueno no me hace falta mucho, caminar es gratis, hago trabajillos de algo parecido al arte callejero que vendo al precio que considere el que los quiera comprar, subsisto. ¿Y tú cómo sufragas tú camino?
- Soy asesino y en mi tiempo libre hago chapucillas a los coches.
- Hace poco se estropeó el embrague del mío, me cobraron un riñón por arreglarlo, los mecánicos a veces abusáis. Umm y también asesino. Nunca había conocido a uno, supongo que es lógico por el tema de la discreción, por la policía y todo eso. No deberías airear tu oficio a cualquiera.
- Tú no eres cualquiera. 
Tú eres Arete. 
- Sí, soy cualquiera, todos lo somos. Y dime ¿por qué matas a la gente? ¿Dinero? ¿Diversión? ¿Vicio?

Su sonrisa hasta ese momento casi tierna pasó a ser oscura como las entrañas de un túnel eterno que atraviesa una montaña. No una montaña cualquiera, una infinita.

- Mato a quien no merece vivir. Ejecuto a los seres perversos, a los que son asesinos como yo sin saberlo.
- ¿Y qué tipo de dios eres tú? ¿Qué divinidad te acoge para que seas tú el que decida el destino de hombres y mujeres?
- No soy ningún dios, pero estoy por encima de cualquier ser de este planeta. Veo más allá que ningún otro, vigilo la maldad de cada ser, todos la tienen, es cierto, pero algunos abusan demasiado. Concluyo con el poder del que cree estar por encima de la Gran Vileza. No le gusta que abusen de ella. Entiéndeme como a un sicario de algún dios de los que dices.
- Entiendo. Pues para ser la mano ejecutora de un dios no me infundes ningún miedo. Pareces muy mortal.
- No tienes porque tenerlo, pero si quisiera, lo tendrías.
- No lo creo 
Lelio.
- ¿Soberbia?
- Quizá.
- Tampoco se debe abusar de ella.
- Lo tendré en cuenta.
- Eres inteligente. Me gustas. Hace mucho que no he podido estar con una mujer, por lo menos no con una como tú.
- Jajajajajaja
- ¿Ríes? Es en serio, ninguna mujer se me ha negado.
- ¿Soberbia?
Respondió entonces con una sonrisa.
- Sí, es cierto que tienes algo que atrae, algo que está entre tus ojos y tu sonrisa extraña, supongo que será porque no eres de este mundo, o no del todo, no lo sé. Yo también hace mucho que no me dejo tocar por un hombre, no merecen la pena.
- Yo te complacería más allá de lo que hayas conocido nunca.
- Eres un asesino, no puedo fiarme de ti, ¿y si después de acostarme contigo decides matarme? estaría a tu plena disposición.
- A ti no te mataría, tú no mereces morir, no ahora, no por mis manos, quizá más adelante, todo depende de ti preciosa Arete.

Instintivamente le agradeció el cumplido resbalando la mirada, no todos los días se corteja con un emisario de un dios prepotente. Él le tocó la mano y sopesó su melena lentamente, como si fuera muy pesada. Ella cerró los ojos y él acarició sus párpados plegados. Después los besó, a pesar de ser un curioso comienzo para un
ritual amoroso, le gustó. Al mismo tiempo tocó con las yemas de sus dedos las pequeñas cordilleras de sus orejas, pasando después por detrás de ellas, acariciando su nuca. Rozó su boca cerrada con sus labios, despacio los beso por fuera analizando con cada parte de ellos. La piel de él estaba fría como la escarcha, la ella ardía.

- Ven, cuando me dirigía aquí vi un buen sitio donde pensé que nadie nos molestaría.
- Pero ¿sabías que íbamos a...?
- Shhhhh calla y sígueme.

Perdió por unas horas su costumbre de llevar siempre la dirección que suelen tomar sus acciones.
Cielo y tierra se unieron por un hilo fino y cristalino que suelen llamar lluvia.

- ¿Te volveré a ver?
- El juego del destino es extraño. Yo no puedo ejercer sobre él. Eres aún más bella después de hacer el amor.
- Necesito volver a verte 
Lelio. Déjame que acompañe tu camino.
- No Arete, eso no es posible. Yo castigo a la gente, pero es el pago de un propio castigo. Tengo que irme.
- Jugaré mis cartas para volver a verte.
- No deberías hacerlo. Adiós.
Cerró de nuevo sus párpados y él los beso otra vez. Cuando volvió a abrirlos ya no estaba allí.

Desde entonces ella, dedica sus días a reclamar a la Gran Vileza o a cualquiera de sus dioses la presencia de él.  Durante ese tiempo causa mal a todo el que rodea su estela de tristeza, ella dañina, cruel, venenosa... cuando siente culpabilidad sana su conciencia pensando que lo hace por él, por volver a verle, a sentirle. Sabe que es la única forma, aunque sólo sea para disfrutar de su muerte de la mano suya. Ahora aprovecha unos minutos que su mente le concede para retomar algo de cordura y piensa, que si siendo persona horrible y causando tanto dolor no ha conseguido que venga por ella aún, ¿cuándo daño puede hacer la humanidad a sus anchas antes de que venga la muerte por ellos? Desmesurada debe ser la maldad que habita en esta tierra.
-Debe tener mucho trabajo en un mundo lleno de miserables.- Susurra mientras continúa despellejando la piel de algo o alguien sin suerte. 

14 comentarios:

  1. Un sexo tan bueno que te lleva a convertirte en asesino para repetir? Quiero probarlo.

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  2. ¡Buaaaaaah! Brutal!! Yo también quiero probarlo. Se nota que has vuelto, Ilmice. Se nota.

    Espero el siguiente. Un abrazo amiga.

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  3. Me ha gustado tanto, pero tanto. Creo que sería capaz de asustarte por "abrumación", y sí, no existe esa palabra, pero la he inventao para ver si me doy a entender un poco...aunque mejor es no siempre darse a entender, no sea cosa que una o uno se capaz de enredar más lo que dijo de entrada, siento eso suficiente. Nada pues, que me ha gustado...que aunque no soy de leer posts largos, el tuyo, por tú (como dice uno de los protagonista) me ha captao de cabo a rabo. Y pienso seguir viniendo, por eso te he enlazao. Y porque tal vez, y sólo tal vez ¿o no?, sea yo bipolar, lo cual me gusta mucho de mí.

    Un abrazo y gracias por seguir y comentar.

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  4. Muy bueno tu blog. Si en un futuro hace un relato breve tan bueno como este, me gustará compartirlo en mi blog. Claro, con tu debida autorización. Y, por supuesto, con el crédito correspondiente.

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  5. Adri las palabras las inventaron personas ni mejores ni peores que nosotros, inventa lo que quieras, inventar es maravilloso.
    Siendo una persona (yo) medio normal, a veces mi cabeza va más alla de la cordura, ser bipolar en ocasiones también me gusta.

    Si te gusta algún relato es más que un honor que quieras compartirlo en tu blog. Si quieres compartir este tienes mi permiso, las palabras deberían ser gratis, nadie tiene que pagar por ellas, gracias por tu visita y perder el tiempo aquí.

    SUERTE Y MUCHA.

    Imilce

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  6. Hola Imilce!!!
    Menudo blog que te has montado coleguita!!!
    Muchas gracias por pasarte por el mio ¡¡y quedarte!! espero hacer que pases unas risas con nosotros de vez en cuando
    Besotes coleguita

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  7. Qué interesante el sexo así...
    Gracias por pasarte, te sigo :P

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  8. Coño, Ilmice. Ya tienes un anónimo no tan anónimo.

    La cosa avanza, sí. Yo que tu me cambiaba de sexo...Jé.

    Saludos travestidos, pequeña sunshine.

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  9. Y si ese ser te mintió y no solo mata a los perversos?

    Por lo que leo y si es el mismo "Lelio" que tengo en mente, independiente de como juegues tus cartas te vas a encontrar nuevamente con él... Saludos.

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  10. Buag...he reeleido este texto de nuevo, y he tenido las mismas sensaciones que apriori, el mismo deseo aunque suene fuerte, de ser por un momento Arete, y sentirme asi de deseada, aunque sea por un asesino, aunque en mi humilde opinión más que un asesino es un justiciero...

    Saludos, este relato es espectacular

    L.G.A.

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  11. Y vuelvo a leer este post y vuelve a chiflarme de nuevo...
    Loreniita

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  12. Vaya suerte tiene Lelio, a mi me salen corriendo las lectoras de los parques cuando me siento a su lado... no necesito ni abrir la boca... El mal tiene siempre un halo de fascinación, aunque como dice alguien por aquí arriba, el tal Lelio se me antoja más un justiciero. Claro que, si lo medimos según el código penal, es efectivamente un asesino. Es curioso porque las mujeres siempre parecen tener cierta predisposición a enamorarse de los canallas... Y es que tal vez los santos, a la larga, resultan insulsos y aburridos. Besos desde el pasado.

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no siempre contesto, pero estoy.


hastadondelleguenmismanos@gmail.com